Mini relato: La aldea...

La luna alumbraba el camino, era una noche oscura suerte que la luna no se escondía tras las nubes. Caminaba por un camino estrecho, lleno de piedras.

No se como pude ir a parar allí, me desvié un poco de la carretera & me perdí entre la masa de arboles. Caminaba & caminaba, & no encontraba ningún sitio donde pasar la noche, me daba igual dormir en un hostal que en una casa de campo abandonada, solo quería un techo para cobijarme.

Anduve un par de horas, hasta por fin, vi a lo lejos, una luz, me acerqué rápidamente, era una mujer de unos sesenta años, tenia un farol que alumbraba todo el camino, ella me dijo:

-¿Preciosa, que haces a estas horas por aquí?

-Hola, me perdí, & no encuentro ningún lugar donde alojarme.

-¿Quieres venir a mi aldea? ahí tengo mi casa & también hay un restaurante-hostal, no esta muy lejos.

-Vale, acepto, gracias. ¿Como puedo llamarla?

-No se agradecen, preciosa. Llámame Graciela. ¿Como quiere que le llame?

-Vale, Graciela. Puede llamarme Luz.

-Bonito nombre, Luz.

-Gracias, Graciela.

Mientras hablábamos, anduvimos un par de kilómetros.

-Luz, mira ya llegamos. - me dijo.

-Madre mía, nunca había visto una aldea tan tenebrosa.- dije yo, & era la verdad, porque estaba toda oscura, no había farolas, solo había un par de calles rectas & estrechas, & el restaurante-hostal que me dijo Graciela.

-Si, es un poco tétrica, pero con el tiempo te vas acostumbrando.- me dijo.

-Ya, una con el tiempo se acostumbra a todo.- dije yo.

-Exactamente, muy bien dicho, Luz.

Se me salió una risita falsa.

Me daba miedo ese lugar, tan oscuro, silencioso... Graciela prosiguió y me preguntó:

-¿Quieres venirte a mi casa?

-Si no es una gran molestia, de acuerdo - dije.

-Preciosa, claro que no es una molestia -dijo Graciela.

Nos dirigimos a su casa.

-¡Ya estamos! - Exclamó Graciela.

La casa parecía una mansión, en los pilares de la puerta había unas gárgolas, parecían pequeños demonios.

-Tiene una casa muy grande - dije.

-Si, perteneció a un duque, el cual se suicidó hace siglos, luego mis bisabuelos la compraron. Dice la gente que el espíritu sigue ahí, pero yo no he notado nada durante todos los años que he vivido aquí, pero mi abuela antes de morir me contó desde pequeña oyó voces que le decían "No tienes perdón, debes morir" pero yo no creí a mi abuela, ya que, podía ser causa de que estuviera delirando.

Atónita, sin saber que decir, tenia miedo de entrar en esa casa, pero ahora no podía echarme atrás, Graciela parecía una buena mujer, pero esas historias, esa aldea tan extraña, esa casa tan misteriosa... tenia miedo de que me pudiera pasar algo, pero entré igualmente en la casa.

El jardín tenia rosas rojas, todas llenas de espinas, también había rosas blancas, pero estaban secas. Había un pequeño lago a la izquierda, el agua estaba turbia.

Graciela me abrió la puerta principal de la casa, entré, había mucho lujo ahí dentro, pero una cosa me llamó la atención, una estatua que parecía un ángel, pero no un ángel blanco, si no un ángel caído. Esa estatua parecía como si me mirara, me daba muy mal rollo.

Me giré hacia Graciela, pero esta no estaba. Grité "¡Graciela, Graciela!" no contestó. Oí como una voz me decía "Vete o tu también caerás" me giré hacia la tenebrosa estatua, ¡Estaba sangrando!

Se me paró la respiración, pero seguí corriendo. El corazón me latía muy deprisa, no sentía el frió de la noche, solo corría en dirección al bosque, cuando llegue, me perdí entre la maleza de este.